
Es cierto que el feedback es un regalo y que es necesario para nuestro crecimiento y desarrollo profesional y personal. Y también es cierto que, cuando alguien se aproxima a nosotros para hacernos conscientes de que nuestros resultados o comportamiento no están cumpliendo las expectativas de la organización en general o de una persona en particular, no nos gusta. Si, además, nos pilla “desprevenidos” porque no éramos conscientes de ello o porque se produce en un momento en que no esperábamos ese tipo de conversación, corremos el riesgo de reaccionar y perdernos una información muy valiosa para nosotros.
Para poder encajar bien cualquier tipo de feedback, es muy importante contextualizarlo adecuadamente y en ese sentido hay que tener claras una serie de cosas:
Estas distinciones pueden parecer elementales y “simples”, sin embargo, el no tener estas tres cosas claras limita mucho nuestra capacidad de recibir y explorar con inteligencia el feedback que alguien nos proporciona. Tendemos a identificarnos con aquello que los demás dicen de nosotros, sin darnos cuenta de que, eso de lo que hablan es un “subproducto” nuestro y no nosotros mismos.
El feedback hace referencia a la fragancia que emanamos, no a la fuente de la misma. Dicho esto, tiene que ver con nosotros. La pregunta que debemos hacernos es si queremos seguir emitiendo esa fragancia o si queremos modificar algo. Es posible que tu impacto actual no refleje tus valores, fortalezas, etc… y que no sea el sello de identidad que quieres que se asocie contigo.
Quiero compartir contigo algunos consejos que pueden resultar útiles para recibir y aprovechar al máximo el feedback que recibes, incluso cuando no te lo esperas o no sea lo que te gustaría oír:
Tienes ante ti una maravillosa oportunidad de aumentar tu autoconocimiento y de conocer qué fragancia queda en la habitación cuando sales. Puede ser una oportunidad muy valiosa para tomar conciencia de fortalezas, puntos ciegos y áreas de mejora. Puedes aprovechar para poner en marcha un proceso que te permita elevar la efectividad de tu liderazgo. Si te interesa este punto, no te pierdas mi artículo “Efectividad del Liderazgo II: La dinámica Intención-Acción-Impacto”.
Hagas lo que hagas, busca una manera de tener la mente limpia y el corazón en paz para poder procesar de manera efectiva cualquier feedback recibido y transformarlo en una experiencia productiva que te permita aprender de ti, de los demás y de la cultura de tu organización.
SUSANA GÓMEZ FORONDA. Experta en Estrategia, Organizaciones y Liderazgo.
Sígueme en Linkedin