
Un mentor@ puede ser la clave para la progresión profesional de una persona, especialmente cuando estamos pensando en posiciones de alta dirección y consejos de administración. Mentorizar a una persona es un acto de generosidad vinculado con la necesidad que muchos seres humanos tienen de ayudar y enseñar a otros.
El motivo por el cual las personas eligen incorporar un mentor@ a su vida suele ser único: progresar profesionalmente más rápido y de una manera más efectiva. Es una manera de aumentar el éxito y reducir el fracaso en relación a lo que podrías conseguir por ti mismo.
Por el contrario, las personas que se postulan para un rol de mentor@ lo hacen por diferentes razones. En mi experiencia, hay tres motivos fundamentales por los que un profesional experimentado se acerca a este rol: obligación, estatus o contribución.
Nuestro primer personaje es muy común y es el más sencillo de identificar. Estamos ante el típico caso en que una compañía lanza un programa de mentoring y, de repente, te ves abocado a desempeñar un papel que ni te motiva ni te apetece, pero que forma parte uno de los múltiples roles que tu empresa espera que asumas. Dependiendo de lo responsable que sea la persona, desempeñará su papel con mayor o menor diligencia, aunque el valor añadido que puede aportar al mentee queda muy limitado.
Dicho esto, hay muchas personas que gracias a este tipo de programas descubren una faceta de sí mismos que nunca se habían planteado y se convierten en grandes aliados del desarrollo profesional de otros.
El segundo personaje es mucho más sutil y detectarlo requiere ir más allá de lo evidente. Se trata de un personaje altamente orientado al estatus y que busca ser reconocido públicamente como alguien que ayuda a otros o como alguien vinculado a algún programa o iniciativa que tiene mucha visibilidad. Últimamente aparecen much@s en los programas de mentoring de mujeres diseñados para facilitar al colectivo femenino el acceso a posiciones de dirección o consejos de administración.
Son personas que quieren salir en la foto (literalmente) y, que a la hora de la verdad, no se mojan por nada ni por nadie. En muchas ocasiones, utilizan al mentee como una puerta de acceso a una empresa u a otras personas. En otras, el mentee puede ser visto hasta como un posible “competidor futuro”. Y, prácticamente en todas, el mentee es un mal necesario para que nuestro “falso mentor” aparezca vinculado a esa iniciativa que le posiciona y le da visibilidad.
Estas relaciones suelen ser un desastre, porque el “falso espónsor” en realidad está trabajando para su propio beneficio y posicionamiento, y suele desatender bastante la relación y las necesidades del esponsorizad@. Normalmente terminan porque el mentor desatiende la relación o cuando el mentee deja aquello que le hacía tan interesante (empresa, rol, programa, etc…).
Y llegamos al tercer perfil, el auténtico espónsor. Estamos ante un individu@ orientado a la contribución, una persona generosa que disfruta compartiendo lo que tiene porque el simple hecho de hacerlo le nutre y le gratifica. No espera nada más a cambio, no quiere que el mentee le presente a nadie, ni aparecer en ningún vídeo o foto en LinkedIn o Twitter, ni venderle productos o servicios a la empresa de su mentee, ni que le facilite la vida o le saque las castañas del fuego porque trabaja para él o en el departamento de al lado.
Estamos ante un colectivo de personas con un propósito consciente o inconsciente de dejar un legado, de compartir su experiencia para que la vida de otros sea más fácil, y que disfrutan viendo a otros crecer y desarrollarse profesional y personalmente. Alguien que siente orgullo cuando observa como aquellas personas a las que ha apoyado con total desapego alcanzan el éxito y le superan.
Es posible que este artículo “escueza” a muchas personas que lo leen porque les espeje las verdaderas intenciones que están detrás de su participación en los diferentes programas de mentoring que existen en la actualidad. Si es tu caso, háztelo mirar.
También es muy posible que al leer esto, se haya conectado en ti el deseo de compartir tu conocimiento y experiencia, de dejar un legado a través de otros. Si es tu caso, no lo dudes, hay muchas iniciativas de mentoring y personas fabulosas que se beneficiarían muchísimo de tu deseo genuino y honesto de contribución.
SUSANA GÓMEZ FORONDA. Experta en Estrategia, Organizaciones y Liderazgo.
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